CHAU NÚMERO TRES (Mario Benedetti)
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
PRESUNCIÓN
Nada, ninguna cosa es tan clara,
Como esta hermosa libertad de pertenencia,
que admiro, que da alas.
Ninguna cosa tan cierta; nada.
LA LUZ
Creciente, adornada de intimidad,
la mañana se instaló en la habitación,
el cortinado dilataba la luz
convirtiendo su haz en resplandor
La tenue luz marcaba de tu cuerpo:
su contorno, su tesón;
fue una noche en vilo,
una noche de emoción, de amor
Estás ahí, aún puedo sentir
aquella sensación el deseo, la caricia
el brillo de tus ojos
y un poco de temor
Sin buscarte
te he encontrado
eres reina y flor
eres como esa luz difuminada
eres esa noche y más eres el amor
ALGÚN DÍA, TU