En silencio
Me miran desde otras pupilas
los ojos tristes de la noche
Los verdugos tejen voces
Nada hay de aquel derroche
Todo me lo invento
Cuerpo invisible
De imaginados contornos
Necesito tu palabra
A veces tu silencio
Fue un beso
La noche del beso
Buscó refugio en su lado de la cama
me dejó solo
mirando a la ventana
Paisaje nocturno
Salvaje, más que el diurno
No pude dejar de mirarla
Cabellos cortos
Un olor:
Piel, esencia de flor
Te quiero;
En silencio;
Te quiero
Cabizbajo
Desde la acera
Sin verla
Sin ella
Solo,
Tremenda soledad
Impiadosa soledad
Necesito nombrarte
sin decir tu nombre
Amarte sin verte
Reírme en el llanto
Dormir despierto
Tengo cerca tu mirada
Tu sonrisa templada
Todo me sabe a olvido
A frío
Escarcha de alma
Sonido de un silencio
De una calma necia
Estado de una falta
La vida mata
Te quiero;
En silencio;
Te quiero
Cuando río muero
Al llorar recuerdo
Luz
ciega luz
Espero tu voz
tu despertar
tu pan
tu café
Te espero,
a ti
Mujer
A toda hora
En el bar
Al sol
En aquel lugar
En la callecita,
Junto al mar
Te quiero;
En silencio;
Te quiero
CHAU NÚMERO TRES (Mario Benedetti)
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Nada, ninguna cosa es tan clara en mi vida,
como esta
maravillosa duda intuitiva.
En cada piedra muda
de este paisaje matinal,
te veo, te
presiento en una percepción inusitada.
¿Qué intuyo en ti?
La constante
búsqueda, la inquietud.
¿Qué encuentro?
Algo de lo que en mi subyace,
mucho de lo que nada soy.
Me prodigo entonces en la sospecha,
convoco un inexistente torbellino de quietudes y
miradas,
que tras una larga pausa taciturna,
deja una ausencia prolongada de contornos y
palabras.
Día y noche se entrelazan
en el vacío total de la esperanza.
Distorsionan mis sentidos,
me quedo sin miradas,
sin conciencia, sin tu habla.
Pronto me renuevo.
Intuyo y reverbero,
insomnes noches,
atentas madrugadas.
Nada, ninguna cosa es tan clara,
Como esta hermosa libertad de pertenencia,
que admiro, que da alas.
Ninguna cosa tan cierta; nada.
LA LUZ
Creciente,
adornada de intimidad,
la mañana se
instaló en la habitación,
el cortinado
dilataba la luz
convirtiendo su haz en
resplandor
La tenue luz
marcaba de tu cuerpo:
su contorno, su
tesón;
fue una noche en
vilo,
una noche de emoción, de
amor
Estás ahí, aún
puedo sentir
aquella sensación
el deseo, la caricia
el brillo de tus
ojos
y un poco de temor
Sin
buscarte
te he
encontrado
eres reina y
flor
eres como esa luz
difuminada
eres esa noche y más eres el
amor
Algún día escribiré un poema,
Que hable de ti como único tema
Que no mencione la noche y estrellas
Que solo signifique cosas bellas
Algún día yo, calmo y resucitado,
Daré con la palabra justa
Con el verbo apropiado
Con aquella frase augusta
Algún día escribiré un poema
Convertiré tu mirada en adjetivo
Y con el número siete como emblema
Haré que todo se vuelva activo
Algún día, llegará ese momento
El de un magnífico poema
Donde todo, suave mar y viento
Hará de mi sentir la estratagema
Algún día, sin dejar de ser Amor
Te volverás imagen viva
Me irradiarás tu calor
Y seré yo quien lo escriba
Algún día escribiré un poema,
Que no mencione la noche y estrellas
Que hable de ti como único tema
Que solo signifique cosas bellas.